Y las manos se acercaban como en una puta conversación histérica en la cual te recrimino hasta el aire que observas y la forma en que le sonríes a la vida. No quería volver y el espejo tan solo me hace desvirtuar el enloquecimiento. ¡Llora! me dijo el maldito reflejo. Mientras yo no era capaz si quiera de ponerme de pie. ¡Gime más fuerte! - grito- así es más fácil exhibir tu decadencia - dijo mi otro yo.
Golpeé el vidrio con las manos, la sangre corrió como un río pero no supe que decir en ese momento. Lave los brazos y me recosté en el suelo. Enajenada, sola, tan sola, en ropa interior y mirando al techo. Necesito un cigarro antes de dormir.
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